miércoles, 14 de noviembre de 2012

Anochecer a las seis.

Esas tardes de invierno en las que anochece a las seis. Perderte por los tejados de la ciudad en busca de un lugar donde sentarse junto a ese alguien, un lugar donde abrir tu corazón una vez más después de tanto tiempo encerrada en ti misma. Hace frío, pero el se acerca a ti y te da calor entre sus brazos. Tienes miedo de ser sincera, todos lo tenemos a veces, pero es lo mejor. Él solo quiere ayudarte y odia ver como te hundes día a día. Le miras y simplemente lo cuentas, lo cuentas todo.
Esperas con miedo su enfado. En lugar de eso te mira y te da una leve bofetada, lo suficientemente fuerte como para asustarte pero no para hacerte daño, acompañada de un abrazo y un "Idiota".
En ese momento te dejas llevar y no puedes evitar las lágrimas. Sabes que le importas. Notas como por dentro, él siente lo mismo que sentiste tu cuando caíste.
Y ahí estas, entre sus brazos, sentados en un tejado frente a miles de edificios silenciosos y bajo una infinidad de estrellas que, aun siendo diminutas, iluminan el cielo y te llenan de paz.



miércoles, 7 de noviembre de 2012

De La Soul.

La vida da mil vueltas, ¿No lo ves?
Aquello que parecía infinito se convirtió en un final tan repentino que no lo vimos venir.
No tuvimos oportunidad de decidir, la distancia decidió por nosotros. Esos 185 kilómetros que en sus días recorríamos para poder encontrarnos despues de semanas donde solo existían las llamadas. Esos breves encuentros en los que eramos tú y yo, y nadie más. Nos aislábamos del mundo, solo para estar juntos, para disfrutar de cada instante de contacto físico.
Los recuerdos permanecen ahí, pero mi mente se sigue preguntando ¿Qué hubiera pasado? ¿Qué hubiera sido de nosotros de no haber habido esa distancia?
Es algo que no tendremos oportunidad de averiguar nunca. Lo único que me queda eres tú, Señorito 'De la soul'.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Vicious.

Aun recuerdo sus besos. Cada vez que me besaba me inundaba aquel sabor a maría que me creaba adicción con cada uno de sus roces. Todo con él era muy indiferente. Podíamos llegar a estar completamente metidos en nuestro mundo. Él podía recostarme sobre aquella mesa de piedra en medio del parque, besarme y acariciarme hasta que callera la noche, pero tambien podía pasarse las horas en silencio, inhalando el humo de su cigarro, admirando como yo me derrumbaba mirando al horizonte. Sus sonrisas eran enigmáticas, como si en el fondo encerrasen un sentimiento de odio y desprecio. Hubo momentos en los que de verdad me creí que me quería, ese fue mi gran error. Poco a poco fui callendo en su trampa, me vi sometida a sus órdenes, dependía de sus palabras, de sus actos. Necesitaba que me quisiese. Le esperé hasta altas horas de la madrugada en muchas ocasiones, buscando su cariño, el cual no se manifestaba muy amenudo. Me sentí un objeto, una más de su club de fans, una cualquiera.
Llegó un momento en el que todo dependía de él, mis actos, mis palabras, mis pensamientos, mi vida. Me controlaba con sus palabras bonitas, sus mentiras, sus sonrisas fingidas, sus "Te quiero, nunca te dejaré sola".
No me di cuenta hasta que fue demasiado tarde, y allí me quedé, abandonada, en medio de la nada, habiendo sido utilizada como un mero objeto inanimado, sin sentimientos. Me costaría mucho tiempo recuperarme de aquello, pero gracias a él, aprendí a afrontar situaciones difíciles, aprendí a luchar, a defenderme en solitario, para que el día que nuestros caminos se volviesen a cruzar, todo fuese distinto.